Suele suceder, y nos alegramos por ello, que Netflix nos regale pequeñas joyas en forma de serie o miniserie por las que pocos habrían apostado en origen y de las que casi nadie habíamos oído hablar con demasiado detalle.
The Queen’s Gambit es uno de esos títulos que suenan familiares a los que están más pendientes de las futuras novedades, pero poco más. No tiene ninguna gran estrella en su reparto (salvo la joven promesa inglesa-argentina Anya Taylor-Joy), no cuenta con el respaldo de un director o un guionista renombrado y tampoco se basa en ningún suceso histórico o en un best seller literario.
¿Nos quejamos por esto? Al contrario. Nos parece genial.
Si bien es cierto que The Queen’s Gambit es la adaptación de una novela escrita por Walter Tevis en 1983, estamos prácticamente seguros de que sus ventas serán ahora mucho mayores que en su momento. Porque este conjunto de capítulos que narran la historia de una niña prodigio del ajedrez, de su ascenso y de los problemas que conlleva lidiar con un talento único y con la fama es magistral.
Por empezar por un aspecto llamativo desde el comienzo, la ambientación y escenificación de la historia es brillante. Parece que las producciones de Netflix le tienen el punto bien tomado a este tipo de trabajos ambientados en décadas anteriores, como pudimos observar hace tan solo unas semanas con otra serie de la misma plataforma: Ratched. Esto facilita que el espectador se implique en la historia y la disfrute más aún. En los momentos en los que esa decoración o ese atrezzo distraen lo hacen de un modo positivo, para admirar, no para criticar. Y, a partir de ahí, a deleitarse con otro de los detalles a los que se ha prestado una atención excelente: la moda femenina. Será un aspecto al que los y las amantes de la moda se dediquen más, porque es algo inherente al carácter de la protagonista desde los primeros minutos del primer capítulo.
Pero que nadie se lleve a engaño. The Queen’s Gambit trata sobre una niña que se queda huérfana a una edad temprana y que, pronto, descubre que le encanta jugar al ajedrez y que es adicta a los tranquilizantes. A partir de ahí, la niña va creciendo mientras pelea por jugar más y mejor, y por proveerse de sus pastillitas favoritas u otros estimulantes.
La protagonista, y gran artífice del éxito y calidad de The Queen’s Gambit es Anya Taylor-Joy, una joven y talentosa actriz a la que vamos a empezar a ver cada vez más a menudo. El carisma y el magnetismo que le imprime a su personaje es algo supremo, y probablemente resulte lo más llamativo para todos y cada uno de los espectadores.
Entre el resto del reparto, no hay demasiados rostros conocidos. Thomas Brodie-Sangster, el famoso niño de Love Actually, y Harry Melling, conocido por sus papeles en Harry Potter o en producciones recientes, son los más populares, aunque ninguno rivaliza con la joven ni en presencia ni en calidad.
Nota aparte es la temática central de la serie, que no es otra que el ajedrez. En concreto, el mundo de los torneos y el esfuerzo individual que supone progresar en este deporte, como en cualquier otro. El conflicto continuo al que se enfrenta el personaje principal, aderezado por sus adicciones y el contexto continuo de las competiciones, de los rivales, de la preparación de las partidas, etc. resulta muy entretenido e interesante. De hecho, animamos a todos los que no confíen en esta temática, porque ni hace falta entender el juego ni hace falta ser aficionado. Está todo tratado con la distancia y el acercamiento necesarios para hacer que la trama funcione eficazmente y no ocasione ni aburrimiento ni discriminación.
Lo mejor, que resulta una serie fresca y original, con una historia bastante diferente y realista. Es de esas producciones que muchas veces echamos de menos, ya que se alejan de los tópicos más habituales o de las franquicias omnipresentes. Lo peor, que son solo siete capítulos, los cuales se ven muy rápido debido a la adicción que producen y a la agilidad de sus historias. Si acaso se les ocurre producir más capítulos a partir de aquí, lo agradeceremos. En caso contrario, Beth Harmon se habrá ganado un hueco en nuestro corazón seriéfilo.